Probablemente por el uso y la costumbre a nadie en Chile le llama la atención lo extraña que es la palabra Chilote para referirse a los habitantes de Chiloé. Nos referimos a lo peculiar de este gentilicio. Los gentilicios no tienen la terminación «ote«, suelen tener «ino«, «eño«, «ano«, «ense«, «eno«; ejemplos: Santiaguino (Santiagueño en otras ciudades Santiago), Copiapino (Copiapó), Talquino (Talca), Calameño (Calama), Ariqueño (Arica), Sevillano (Sevilla), Toledano (Toledo), Bonaerense (Buenos Aires), Chileno (Chile), etc. De este modo, lo correcto es decir «Chiloense» a los habitantes de Chiloé.
El origen de la palabra «Chilote», fue un término despectivo dado por los chilenos independentistas a los habitantes de la isla de Chiloé por la lealtad de estos al Rey de España, ya que Chiloé durante la época Virreinal fue sostén y parte de la causa realista, reprochando a los chilenos como los Rebeldes de Chile, por haberse revolucionado contra el Gobierno Español, ya que antiguamente el gentilicio era «Chiloano, Chiloense o Chiloensis», agregando los chilenos del continente el «TE» en señal de desprecio hacia los isleños por la fidelidad a la corona; siendo además éstos los últimos en arriar la bandera Española en el cono sur americano, y anexado posteriormente a la fuerza al territorio nacional un día 19 de enero del año 1826, comenzando desde aquella fecha una disconformidad constante hacia el pueblo chileno, quienes una vez vieron integrado Chiloé a la república, se olvidaron de esa nueva parte de Chile, quedando la isla en un total abandono e indiferencia, obligando en las escuelas del archipiélago a olvidar dentro de sus enseñanzas las influencias y raíces hispánicas del pueblo chilote.