La Cueca Larga de Los Pincheira

CUECA LARGA DE LOS PINCHEIRA

cueca larga a los pincheira (2)

** VERSION TEXTO **

Isidro Belver

Isidro Belver

Esta es la Cueca larga

de los Pincheira,

que es una historia oculta,

palabra mala, pa gente culta.

Aquí comienza la cuenta

de estas cuarenta.

Una cueca de lujo

que hace memoria,

pa que todos sepan

que hay otra historia,

y yo me juego con ella,

toda su gloria.

Le cantaré a esta Familia,

hojita fina,

que están en Chile

y en la Argentina.

¡SON LOS PINCHEIRA!

y por su memoria,

pongo e testigo,

toda la Historia.

Larga será mi cueca

y en nada yo les invento

todito lo que les canto

no es para cuento.

Y ya nomás me lanzo,

tengan paciencia,

aquí va la cueca larga,

¡tomen conciencia!

Tomen conciencia ahí sí,

poque es bien sabido

que lo que dura en la vida

es por aprendido.

No se hagan los lesos,

rasquen la escoria,

que la Patria es pa todos

y hay otra Historia.

Y son bien patriotas

y de igual maneras,

aunque todos los pinten,

de Montoneras.

Querían una patria chilena,

independientes en su tierra.

Sin las Francias ni Inglaterras,

ni mandaduras ajenas.

Fueron chilenos de Ley

Poniendo en ello sus mañas,

Independientes y libres,

Con la bandera de las Españas.

Fueron chilenos rebeldes:

“Por mi Rei y por mi lei”,

contra otros rebeldes chilenos

pero al perder, les cayó la ley.

Y de entonces, ser Pincheira

fue mala palabra en los labios,

por asaltantes y bandidos

ladrones y perdularios

Pero otro cuento se cuenta

cuando la historia se calma,

y se borran las pasiones

que se anidan en las almas.

¡Y aquí va, sin más chimentos.

Hablan ahora, los documentos!

Seis eran los hermanos

hijos de Don Martín,

criollos de pata al suelo,

que empezaron este cahuín.

Pa destrabar la semblanza

todo empezó con Antonio,

criollo español, y el mayor,

de espada y lanza.

Más valiente que un demonio,

con O’Higgins y San Martín

la peleó hasta Maipú,

y luego armó la montonera.

Pero poco tiempo estuvo,

y al escapar de Linares

con gran tesoro en sus brazos,

lo mataron de dos balazos.

Santos se puso al frente

del grupo que había nacido,

pero en el río de Los Sauces

se ahogó, al cruzarlo crecido.

Por edad y por arrojo

le tocaba el mando a Pablo,

pero se jugó a su antojo

con sus amigos pehuenches.

Con las tribus de las pampas

se amigó con grandes mañas,

siendo el Cacique Pablo,

de inolvidables hazañas.

¡Cueca larga e los Pincheira

la cosa se puso linda!

ya que le tocó a José Antonio

hacerse cargo e la minga.

Y fue el jefe destacado,

de esta historia que interesa,

con sus hermanas, Rosario

y la más joven Teresa.

Pa disfrutar de sus sueños

perseguidos en sus tierras,

bandearon las cordilleras,

y en el Alto Neuquén sin dueños

acampó la Montonera.

Allí en duras jornadas,

colonizaron los pincheirantes,

con piños de veranadas.

Fueron puesteros,

fueron crianceros,

los primeros veranantes.

Por los valles del Malbarco

compartieron con sus amigos

caciques pehuenches,

sus sueños de ser libres

lejos de los gobiernos

y sus berrinches.

Y se formó en Epulauquen

la “aldea realista” soñada.

Cientos de ranchos y tolderías,

con galpones y almacenes,

¡Un pueblo con gallardía!.

Y hasta se hicieron un puente

pa vadear el Varvarco

y proteger a la gente

de las serranías del Malbarco.

Y cortarlo a los soldados

cuando venían contra ellos.

Viviendo así asegurados

en esos campos tan bellos.

Había cuarteles y cepos,

con grillos pa prisioneros,

ruquitas de remolienda,

y corrales palo a pique

pa proteger las haciendas.

Y en Butalón, almacenes

de cueros, su gran riqueza,

y con mercaderías provistos,

pa mantención de la tropa

o comerciarlos en Chile.

Entre bailes, versos y riñas,

monte, chinganas y truco,

corría la buena chupilca

de tintillos chillanejos,

pa entretener a las tropas

avivando sus reflejos.

Había un cura con capilla

guerrillero de trabuco.

Y si alguno no quería

matrimoniar su condición

enseguida la arreglaba,

mandando una excomunión.

Y hasta tenían su leyenda

de la dama de esas aguas,

que en doradas taguatahuas,

Subía con la luna llena.

Con su hualichos y cultrunes,

la renombrada Machi Liña

convertía a cualquier niña,

en princesa por una noche.

De Epulauquen a las Pampas,

armaban expediciones,

con paisanada pehuenche,

pa hacerse de provisiones.

Y volvían con los ganados,

cimarrones pura guampa,

pa vender en los poblados

y fundos de buena estampa.

Vivían con sus mujeres,

sus hijos y compañeras,

y para muchos menesteres

las cautivas de la Montonera.

Tuvieron de prisionera

a la rica niña, Pilar Salcedo,

usándola de mediera

pa conseguir sus dineros.

Plantaron real bandera

en el fuerte de Patagones,

y atropellaron con ganas

haciendas de Bahía Blanca,

estableciendo alianzas

con tolderías boroganas.

En los refugios del Atuel,

José Antonio armó campamento,

y el gobierno de Mendoza,

“Protector del sur”, lo nombró,

Comandante y Coronel.

En Tratado del Carrizal,

reconoció su moneda.

Y le confió armamento,

pa defender la ciudad

de cualquier ataque extranjero;

Siempre que no fuera el Rey

el motivo del entrevero.

Pero en Chile se cansaron!.

Entre Rosas y Santiago,

le armaron guerra muy fiera,

pa exterminar como fuera

la renombrada banda chilena

Del Rey. ¡La montonera!.

Rosas quedó en promesas,

esquivándole el bulto

con ciertos tratos ocultos,

sobre estas tierras neuquinas.

Prieto y Bulnes armaron

la expedición al Neuquén,

y mandaron sus pelotones

pa tratarlos de vencer.

Fueron varios los intentos,

Todos con muy poca suerte,

aunque el Gobierno ordenara

pa todos, “¡la guerra a muerte!”.

De todo, ellos escaparon.

Las cordilleras los protegían.

Sólo regresaban a Chile,

las “cautivas” que querían.

Y llegó la Noche Triste,

Decisiones de gobernantes:

“Terminar armas en ristre

Con los pincheirantes”.

Avanzó la expedición,

Por Manuel Bulnes mandada.

A Santos Pincheira lo mata

en Roble Guacho, su escondrijo.

Y siguiendo por paso de Alico

y el Vaca Láuquen nombrado,

hasta Epulauquen llegaron.

Aquí dieron la gran batalla,

do muchos muertos quedaron.

¡Fue un 14 de enero, del 832!.

Cayeron Caciques pehuenches

con sus conas renombrados.

Por la costa del Nahueve,

cual si fueran monumentos,

fueron quedando los muertos,

los heridos y sus lamentos,

respetaron solamente

a los niños y mujeres,

esposas, madres o amantes.

Y las mandaron a Chile,

A repoblar pueblos nuevos.

Batiendo indios y cristianos,

subieron por Coya Muelo,

el malal de José Antonio,

su principal campamento,

donde vivían de a cientos.

Mas José Antonio advertido,

escapó a sus toldos del Atuel.

Allí parlamentó y se entregó

cuando pactaron con él.

“Se arrearon miles de haciendas,

se quemaron los rancheríos,

los galpones y capilla,

las cuadras de milicianos,

corrales y sembradíos.

Sólo quedó pa la Historia

de estos hechos, el olvido”.

Pero duró en la memoria

la contada del gran tesoro,

del Pincheira José Antonio,

en Las Lagunas guardado.

Bulnes perdonó a José Antonio

y reconoció su valor,

Peleando por lo que creía:

“Por mi Rey y mi Señor”.

En los campos de Chillán,

y en tareas de su finca,

se silenció José Antonio.

Y pasó el resto de su vida

solo, con todos sus sueños,

de una Patria muy distinta.

De las hermanas Pincheira,

nada más dice la historia.

¡Madres de un Chile nuevo,

y del Barbarco memoria!.

Esta batalla en Neuquén,

fue la última en la historia

de Independencias y glorias,

de criollos combatientes

liberando un Continente.

Fue la última presencia

de la América española.

Mostrando que los Pincheira

no se andaban con bolinas;

¡Y por su Rey se jugaron

en Chile y en la Argentina!.

Aquí se acaba la cuenta

de estas cuarenta.

Espero haya gustado

este verseado.

Disculpen mi canto flojo,

tecito de palo e piche.

Hasta acá llegó mi espiche

Y me retiro a mi alojo.

Pongo e testigo la Historia

con este verso chiquito,

y en el aire dejo un Bendito,

Cogollito de granada:

¡Memoria a la Pincheirada!

¡Que viva este suelo santo

del Epulauquen nombrado!

Donde la Patria Argentina,

tiene un presente marcado,

donde acaban las pasiones

y los hermanos se encuentran,

con amor en sus retinas:

¡Viva Chile y la Argentina!.

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