El servicio de inteligencia hispánico se encargó de mantener la unificación y la paz en aquel vasto Imperio, únicamente comparable con el actual servicio de inteligencia de los Estados Unidos de América. Lo que le dio su fama negrolegendaria de meterse en asuntos internos de otros países.
Desde embajadores extranjeros y nacionales, escritores célebres como Quevedo y Cervantes, agentes y dobles agentes, campesinos y comerciantes, militares nacionales y de otros Reinos. En el caso venezolano tenemos a Francisco de Miranda, quien por orden directa del Rey Carlos III sirvió de espía contra los ingleses.
Toda esta red de espías inicia con el matrimonio de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, quienes se encargarían de instalar embajadas españolas en toda Europa para tejer aquella telaraña de información, práctica que copiaría el resto de los países en el siglo XVI, al conocer la fuga de información.
Se usó todo tipo de transcripción para informar a los monarcas españoles sobre la industria, preparativos militares, fuerzas de combate y tecnología de otros Reinos. Desde la criptografía, la cual sería modificada constantemente por Felipe II, la tinta invisible (solución de sulfato pulverizado en agua), hasta la escritura microscópica y partituras musicales.
El gasto en sobornos de aquellos mal pagados funcionarios extranjeros era declarado en la «partida secreta», en la que los visitadores Reales no tenían acceso. Esta partida secreta era para que los altos cargos pudiesen delegar funciones de espionaje y sabotaje, esta descentralización vino con Felipe III.
Un claro ejemplo del exitoso historial del espionaje español fue el miedo crónico causado en Francisco de Miranda, quien constantemente viajaba por sentirse perseguido, también, los destinos de Manuel Gual y Juan Monaira, quienes morirían en manos de espías hispánicos según crónicas.
Otro ejemplo es la aplastante derrota de Edward Vernon en Cartagena de Indias, quien no pudo hacer frente a Blas de Lezo, este último por estar advertido por el servicio de inteligencia. Sin embargo ningún sistema es perfecto, España también sufriría grandes derrotas por fuga de información.
Autor: Adolfo Varela @adolfovarelag