Cada 1 y 2 de octubre de 1814 se conmemora esta batalla que marcó el fin de la Patria Vieja insurgente para dar paso a la restauración de la monarquía católica. Muy poca información tiene la gente de quiénes conformaban el Ejército Real de Chile, comandados por el Comandante en Jefe: Coronel de artillería, Mariano Osorio. Es importante aclarar que las fuerzas realistas estaban conformadas en su mayoría por españoles nacidos en Chile. A saber, Chile era parte de España no colonia de España, por lo que los nacidos en nuestra tierra tenían nacionalidad española.
Por tanto, es de justicia recalcar en estas conmemoraciones que los soldados realistas eran tan chilenos o tan patriotas como sus adversarios. De igual manera, cabe mencionar que los pueblos indígenas en gran mayoría adherían a la causa realista ya que miraban con desconfianza a los revolucionarios patriotas.
Acá se muestra un detalle de las tropas realistas que derramaron su sangre en Rancagua, la cual estaba asegurada en sus creencias de no separar el trono del altar católico.

A su vez, dejamos con ustedes una noticia aparecida en el diario monárquico que da cuenta de este triunfo.
VIVA EL REY. GAZETA DEL GOBIERNO DE CHILE, SANTIAGO, 8 DE DICIEMBRE 1814
Con esta fecha el Sr. General en Jefe del Ejército Real Coronel D. Mariano Osorio, ha mandado acuñar competente número de medallas de plata para que repartidas entre los héroes que reconquistando a Chile le devolvieron su libertad, y su honor; sirvan de eterno monumento que acredite sus esfuerzos, y conserve la memoria de tan glorioso suceso. Ellas tienen en el anverso el retrato de nuestro amado Soberano con esta inscripción: Fernando VII, Rey de las Españas. En el reverso esta: Santiago reconquistado en 5 de Octubre de 1814. Este premio será un poderoso estímulo para que todos los fieles vasallos de S. M. aspiren a merecer por acciones brillantes de fidelidad, y de valor iguales trofeos que los hagan recomendables a las generaciones venideras, y dignos de honor a los presentes.

Canción gratulatoria que consagra un apasionado en obsequio de los leales vasallos de S. M. Católica.

Felices pechos nobles, y constantes
Mártires del rigor más inhumano
Recibid parabienes festivos.
Pues ya empuñó su cetro el gran Fernando.
Cuánto habéis sufrido por su amor
Ya tenéis que el tiempo lo ha pasado,
Y os dejó para todos los siglos
De triunfos y glorias coronados.
En mitad del más ciego delirio
Inflexibles mostrasteis que eráis sabios
Sin mudar las ideas sublimes
Que eran propias de españoles vasallos.
Cuando muchos triunfaban de la ley
Vosotros llorabais los estragos,
Que hacía eI despotismo en vuestro honor,
En vuestros bienes, y regazos.
Llorabais en tristísima opresión,
Y atadas por franceses reales manos
Que vosotros desatar no podíais
Ni ellas con dulces gracias consolaros.
Llorabais a la España tan soberbia
Sin cesar su sangre derramando,
Y ofreciendo mil vidas por tener
En su seno al cautivo adorado.
Levantarse llorabais en los pueblos
Orgullosos sistemas tan ingratos,
Que resiste la pluma con violencia
Con sus propios colores dibujarlos.

¡Oh, Pueblos! ¡Oh, Ciudades! ¡Oh, Reinos!
¡Oh, Proyectos ridículos, y vanos!
Pensáis edificar airosas torres
Sobre ruinas del mismo soberano.
Llorabais las leyes y derechos
Por sacrílegos pies tan ultrajado
Que corría el desprecio atrevido
Hasta las aras mismas del Santuario.
Llorabais pero hablar no podíais
Ni de tan duros males lamentaros;
Por tener su derecho atrevido
El hierro, y cadena hasta en los labios.
Llorabais al valiente español
Al Sacerdote, al hombre más sagrado
O lamentar su ruina entre los montes
O llorar su desdicha en el poblado.
Llorabais en fin inconsolables
Mirando obscurecidos, y cerrados
Los horizontes todos del consuelo
Y patentes tan sólo los del llanto.
¡Pero, Oh calamidad! ¡Oh pena cruel!
iOh suspiros, o dolores amargos!
Corred despavoridos a otro país
Porque en éste ya fuimos rescatados.
Salió el Sol, y el Iris más hermoso
Rompió densas tinieblas y nublados
Y formó su arco de paz, en el Rancagua
Con sangre de traidores esmaltados.
Pero nada sería si el Lucero
Asomase al oriente acompañado
De estrellas lúcidas y radiantes
Sin venir en su pos el Sol deseado.
Mas ya gracias al Cielo vimos todos
Al Sol de las Españas asomado
Luego que llegó a Chile aquel Planeta
Que venía a anunciar el día claro.
Con certeza innegable ya sabemos,
Que el Napoleón infame avergonzado
Divisa a su cautivo (que placer)
Señor ya de todos sus estados.
Que viva pues el Rey y vivan cuantos
Su dolorosa ausencia lamentábamos
Viva el Virrey de Lima, y vivan todos
Los leales españoles largos años.
JULIAN ROJAS.