El 24 de noviembre de 1604 se produjo un gran terremoto en la ciudad de Arica de 1604, el sismo ocurrió a la 1:30 de la tarde. Se estima que fue de magnitud estimado es de 8,0 a 8,5 Mw e incluso pudo ser hasta de 9,0 Mw, a decir por los grandes daños causados; así como por el tsunami que posteriormente destruyó Arica y causó grandes daños incluso en Arequipa. Más de 1.200 km de costa se vieron afectados por el maremoto. Los efectos registrados de este terremoto son muy similares a los del evento de Arica de 1868. Se han identificado depósitos de tsunamis en las islas Chatham (Nueva Zelanda) que probablemente hayan sido causados por un tsunami transpacífico causado por este inmenso terremoto de 1604.
Se estima que hubo entre 1200 a 1700 fallecidos, con olas de 16 metros de altura y más de 10 kilómetros de inundación, en la zona se encontraba un fuerte artillado el cual fue destruido totalmente. Las autoridades Virreinales del puerto impulsaron rápida recuperación debido a la importancia de la ciudad.
Fue así como, solo once días después, el General Don Ordoño de Aguirre, Corregidor del partido de Arica, celebró una junta con los oficiales reales de hacienda que residían en el puerto y por entre los escombros que les rodeaban, dijeron «que, por cuanto en el terremoto y creciente de mar que sucedió el miércoles pasado, 24 de noviembre, que asoló esta ciudad de Arica y el fuerte de ella y se llevó la mar la artillería, mosquetería y municiones y con las diligencias que se han hecho ha sido hallada la dicha artillería y mosquetería», mandaron se inventariase todo y se hiciese cargo el Tesorero.
Por el el puerto de Arica circulaba toda la plata de Potosí y de las minas Altoperuanas, era siempre presa codiciada de los corsarios y, por lo tanto, convenía tenerlo siempre pronto a repeler un ataque. Esta circunstancia explica por qué se dieran las autoridades tanta prisa en recoger las culebrinas, sacres, falconetes y arcabuces que yacían descabalgados de sus cureñas y esparcidos por la playa. Merced a su celo y diligencia Arica volvió a recobrar su fisonomía habitual, aun cuando no habían de transcurrir once años cuando volvería a sufrir los estragos de otro terremoto devastador.
El corregidor Ordoño de Aguirre y Ribas era un vasco originario de Vizcaya y tuvo a su cargo otros corregimientos como Guayaquil y de los Andes de Cuzco.