La corrupción es un mal que afectó a los Imperios de España, Holanda e Inglaterra. A pesar de esto, uno de los mejores sistemas contra la corrupción estuvo en el Reino de España, haciendo más visible este fenómeno.
Los procesos de independencia trajeron consigo una corrupción rampante por parte de los caudillos que gobernaron estas naciones en el siglo XIX, eliminando todo tipo de control contra la corrupción, entre ellos, los juicios de residencia, los visitadores y oidores del antiguo régimen.
Cita el historiador Alfonso W. Quiroz en su libro “Historia de la corrupción del Perú”: «Bolívar, cabeza de la campaña final que venció al ejército realista en Perú, también tomó parte en las dañinas prácticas de expropiación y abuso de autoridad. Bolívar y su ministro José Faustino Sánchez, decretaron, en 1824-1825, la confiscación de las rentas y la expropiación de quienes se hubiesen refugiado en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, el último bastión desesperado de españoles y criollos recalcitrantes. Sánchez Carrión recibió varias propiedades como recompensa a sus fieles servicios. Bajo condiciones de extrema penuria fiscal y endeudamiento, un Congreso servil recompensó a Bolívar en 1826 con más de un millón de pesos. Mientras tanto, los funcionarios de gobierno mal pagados saqueaban las rentas de provincias y confiscaban propiedades».
«(…)al mando del gobierno, Bolívar ordenó a sus propios oficiales el despojar propiedades, incluidos los ornamentos de plata de las iglesias, como medio para financiar al ejército».
«Bolívar y Antonio José de Sucre formaron a la primera generación de caudillos militares andinos en el arte del financiamiento abusivo de las fuerzas armadas. Bolívar aplastó a los líderes de inspiración liberal y usurpó el poder constitucional (…)».
«Desafortunadamente para el Perú -escribió en mayo de 1824 William Tudor, cónsul estadounidense en Lima al secretario de Estado John Quincy Adams- los invasores que vinieron a proclamar la libertad y la independencia eran crueles, rapaces, carentes de principios e incapaces. Sus malos manejos, su despilfarro y su sed de saqueo pronto alienaron los afectos de sus habitantes».
Autor: Emilio Acosta miembro de Venezuela Colonial.